ABRAZOS. Palabras del Sr Luis Argueta en ocasión de recibir La Orden del Quetzal Agosto 4, 2015

Excelentísimo Señor Embajador Carlos Raúl Morales; Excelentísimo Señor Embajador Oscar Padilla Lam; Reverendo Padre Juan Luis Carbajal; Señoras y Señores, Amigos todos.

DOY GRACIAS

  • Al creador por haberme dado la vida y habermela dado en este país  que aunque a veces me duele, siempre me nutre, me inspira y me motiva.
  • A mis padres, QEPD, por sus enseñanzas y amor.
  • A mi hija Christina por su lucidez y amor.
  • A mis hermanos y a mi familia, gracias por su tolerancia y por siempre recibirme con los brazos abiertos.
  • Agradezco a Jennifer Dudley Argueta, mi esposa, compañera y consigliere máximo, por su aguante, su sonrisa y su amor. Grazie mile, Bella!
  • Al Señor embajador Carlos Raúl Morales, gracias por conferirme este honor, por su espíritu de servicio, por su distinguida trayectoria diplomática en la cancillería  y por su apoyo.
  • Al Señor embajador Oscar Padilla Lam, gracias por su compromiso con los migrantes aquí y en el extranjero, por su amistad y por su apoyo.
  • AL Ministerio de relaciones exteriores,  UNICEF, Catholic Relief Services, La Fundación de la Ruta Maya, World Vision Guatemala, PLAN Internacional, La Pastoral de Movilidad Humana, AWO Internacional, La Asociación Misioneros de San Carlos Scalabrinianos, Fundación Para Elisa, al Bantrab, y a nuestros 282 donantes individuales, gracias por apoyar este proyecto.
  • Hacer cine es un trabajo de equipo y por eso quiero agradecer al equipo que ha hecho posible esta película. Sin Justo Chang, QEPD, nunca hubiera podido hacer El Silencio de Neto. Justo me inspiró hace 40 años y su inspiración me acompaña siempre; gracias a Bea Gallardo, mi productora, por su dedicación y constant aporte a mi trabajo; Jason Chen, mi editores, es un colaborador de primera y todo un caballero; la fotografía de José Vasquez y René Sosa solamente la superan su profesionalismo y amistad; Luis Calil y Musica Aj son valores nacionales que a veces pienso que son más conocidos en el extranjero que en nuestro paíz; Joseaugusto Mejía y su guitarra son un tesoro nacional.
  • Agradezco a mis queridos amigos, Lucrecia Oliva y Max Cabrera,  por el ejemplo de su compromiso con la justicia social, por su solidaridad y por su amor a Guatemala;
  • Agradezco a la iglesia catolica guatemalteca, en especial a Monseñor Alvaro Ramazzini, a los Misioneros de San Carlos Scalabrinianos, a la Pastoral de La Mobilidad Humana, a las Monjas Franciscanas de La Asunción y tantos otros, por su constante acompañamiento a los migrantes y la defense de sus derechos laborales y humanos.
  • Agradezco a todos los que, después de la redada de Postville, apoyaron a los migrantes guatemaltecos en Iowa, en Florida y en Guatemala;
  • A Lisa Kremer, a Kathy Kloss y Kelly Moon, por su dedicación a los niños  y a las familias Guatemaltecas de Worthington.
  • A todo los abuelos, por su sabiduría, y porque a pesar de todo- no pierden la fe de que algún día volverán a abrazar a sus hijos y conocerán  a todos sus nietos.
  • Agradezco a los hijos de los hijos migrantes quienes con sus visitas a conocer a sus abuelos y la tierra de sus padres, construyen puentes entre familias, comunidades y naciones. A todos ellos, gracias por el coraje de contar sus historias y por la confianza depositada en mi y en mi equipo de filmación.
  • Y a Ken y Lucy Lehman, quienes han venido desde Chicago especialmente para estar aquí esta noche. Gracias Padrinos, por su amistad, apoyo y amor!

AL ENTREGARLE mis documentales al Papa Francisco en el Vaticano, el pasado 10 de Diciembre, le dije: “Papa Francisco, aquí le traigo las historias de las familias migrantes guatemaltecas que me han abierto el corazón y que me han cambiado la vida.”

Cuando era un niño asmático, tímido y silencioso en Guatemala, aunque el cine siempre ejerció sobre mi una gran atracción, nunca se me ocurrió que un día sería cineasta. Durante la secundaria iba religiosamente al cine. La experiencia de ver un rayo de luz salir de una ventanita en la pared de atrás del teatro, estrellarse en la pantalla en la pared opuesta y disolverse en imagines en movimiento, era magia pura. Una magia que me maravillaba, me emocionaba, y hacía profunamente feliz. Sin embargo, nunca me detuve a preguntar cómo era que aquella magia era producida.

El cine, cómo algo que se puede hacer, me lo regalaron Buñuel con Los Olvidados, Fellini con La Strada y Arrabal con su invitación a ser su asistente en el rodaje de El Arbol de Guernica. Mi padre, la radio y el mítico tio Ernesto me heredaron el gusto de contar historias  Los relatos de aventuras que Armando Couto escribió en Cuba, las radionovelas producidas en Mexico, Puerto Rico y Venezuela, los programas locales de radio-teatro infantil, de poemas y de jazz, me abrieron la ventana al mundo de la imaginación.  Sin embargo, el golpe de estado de 1954 lo cambió todo a mi alrededor. El ambiente en la casa, en el colegio, en la calle, pasó de ser optimista y alegre a ser desconfiado y gris. Sutilmente, el código del silencio y la cultura de no cuestionar nada lo cubrió todo. Mi padre perdió su puesto de juez de tránsito y pasó, de rechazar sobornos de conductores acaudalados, a tener que atenderlos y tratar de venderles automóviles. Su vergüenza, las razones y el contexto de los eventos de esa época, fue algo que no comprendí sino años más tarde.

Viendo hacia atrás me doy cuenta que mi vida ha sido una serie de contradicciones y etapas en que primero rechazo lo que he aprendido y luego lo integro a mi nueva experiencia. Soy el niño asmático que necesitó escalar un volcán para deshacerse de su asma; el niño tímido y silencioso que hace una película sobre la época en Guatemala de la que nadie quería hablar; el ingeniero que nunca practicó ingeniería pero quien al iniciarse en la producción de cine incorpora el análisis, programación, logistica y optimización de procesos; el exiliado cuya inspiración y fuente de vida son los temas del terruño. Cómo dijo un medio de comunicación, soy el migrante que nunca terminó de irse.

Durante 7 años he tenidido el privilegio de caminar al lado de los migrantes y son ellos quienes me devuelven Guatemala y me me devuelven a Guatemala. Son ellos quienes – ironicamente-al abrirme las puertas de sus casas y contarme sus historias- nos ayudan a  proyectarnos hacia el mundo. Los migrantes son quienes me acompañan cuando le estrecho la mano al Papa Francisco y le entrego las películas que cuentan sus historias; las historias que me han abierto el corazón y me han cambiado la vida, devolviéndome la alegría y el optismo perdido hace 60 años.

HOY ES UN DÍA ESPECIAL para los migrantes y para los cineastas guatemaltecos. Cómo migrante y como cineaste, hoy es un día doblemente especial para mi. Además, es un día de profundo significado personal. Hace 35 años hubiese querido –pero por asuntos migratorios, no pude- estar aquí para enterrar a mi madre, Maria Luisa Amézquita de Argueta,QEPD. Mami, discúlpeme por haberme ido tanto tiempo y gracias por siempre estar conmigo.

HOY, AL RECIBIR ESTA CONDECORACIÓN, se la dedico a mi madre y las miles y miles de madres guatemaltecas que han sufrido y sufren la ausencia de sus hijos;

Les dedicó esta condecoración a los millones de migrantes que han dejado lo más querido, y arriesgandolo todo, han recorrido montañas y valles, cruzado ríos, sufrido frío, calor, sed, humillaciones, vejaciones; esos millones de migrantes quienes -a pesar de todo, a pesar de no recibir la tantas veces prometida refoma migratoria, el tan esperado TPS- día a día se levantan de madrugada, y se van a trabajar sin saber si esa noche volverán a su casa. A los migrantes-obreros de la construcción en Nueva York, a los trabajadores de las fábricas en Massachussets, Iowa y Minnesota; a las mujeres que limpian-casas y  limpia-hinodoros en casas y apartamentos en todas partes, a los jornaleros en California, en Florida, en Georgia, en Michigan quienes sudan de sol a sol para poner verduras y frutas en las mesas de Estados Unidos; a todos esos migantes quienes con sus remesas ayudan a que sus familia salgan adelante, quienes con sus remesas sostienen la economía de este país; a todos esos migrantes quienes  a diario sueñan con volver a la patria que los vio nacer a abrazar a quienes les dieron la vida, a ellos dedico esta condecoración.

Se la dedico tambien a la memoria de los migrantes que no han llegado y han muerto en el camino y, en especial se la dedico a la memoria de los migrantes desaparecidos, que nunca los olvidemos y que un día podamos enterrarlos en su patria, cómo Dios manda.

Dedico esta condecoración a los que acompañan a los migrantes en el camino y en las comunidades de destino, y quienes con su solidaridad dignifican a todos y cada uno de esos migrantes.

Y finalmente, dedico esta condecoración a los cineastas soñadores y luchadores que contra toda lógica, hacen cine y le cuentan nuestras historias al país y al mundo.

Muchas gracias.