DISCÍPULOS Y MISIONEROS

Mateo (16, 21-27)DI

En el texto del evangelio según San Mateo, Jesús dirige sus palabras sólo a los discípulos. En cambio, en los evangelios según San Marcos y San Lucas, cuando narran este pasaje, Jesús se dirige a la muchedumbre. Para San Mateo es importante recalcar que Jesús es el Maestro que enseña a sus discípulos a ser precisamente eso: discípulos. Para San Mateo es importante mostrar a Jesús preocupado en preparar a los futuros líderes de la iglesia (Mt.13, 53 – Mt.17-27) Y los líderes, en Mateo, son los modelos de todos los cristianos.

Se hace mención de personas líderes en la comunidad quienes ejercían gran influencia en la vida religiosa, política y social, pero en resistencia a la novedad del mensaje de Jesús. Los ancianos era una clase social con funciones particulares en la vida social y política. Los ancianos eran parte del consejo o sanedrín junto con los sumos sacerdotes y los escribas. Los sumos sacerdotes eran los jefes de familias sacerdotales. La aristocracia sacerdotal fue la más malevolente y la más activa para conspirar, atacar y terminar con la vida de Jesús. No se trata de condenar a toda la clase sacerdotal, algunos de ellos eran sinceros y buenos, incluso algunos de ellos fueron parte de la iglesia de Jerusalén. Los escribas eran los estudiosos e intelectuales del judaísmo quienes recibían el título de rabinos. Los rabinos eran los intérpretes oficiales de la Ley. Los escribas no formaban parte de los fariseos ni saduceos, pero muchos de los escribas fueron fariseos quienes se apegaron a una estricta interpretación de la Ley.

Jesús fue una amenaza para estos grupos de personas quienes no enseñaban como él (Mt. 7, 29) pues Jesús enseñaba con autoridad (Mt. 7,29). Además, en varias ocasiones les interpeló duramente llamándolos hipócritas (Mt. 15,7) líderes ciegos (Mt. 15,14) la conclusión era inevitable ¨los fariseos comenzaron un complot contra Jesús y a discutir como destruirlo¨ (Mt. 12,14).

Para estos grupos Jesús no llenaba las expectativas del mesías esperado. Un ministerio humilde, su cuidado y atención especial a los olvidados, pobres, enfermos, niños, viudas y migrantes difería del perfil de mesías que los sumos sacerdotes, ancianos y escribas esperaban.

Jesús sabía que estaba en peligro. Justo en unos capítulos antes, Jesús había recibido la noticia que Juan había sido arrestado y lo habían matado, e inmediatamente Jesús se va a un lugar solitario (Mt. 14, 13). También van tras él, pues ya ha escandalizado con lo que opina y hace sobre la ley del sábado (Mt. 14, 13) y sobre la tradición de los ancianos (Mt. 15,2).

Justo unos versículos antes de este texto, pedro ha reconocido y confesado que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios Vivo (Mt. 16,16). A pesar de tener las mismas expectativas sobre el Mesías esperado, ahora con la confesión de Pedro, parece que se está entendiendo y cambiando su percepción. Aunque Pedro no entiende del todo, pues ahora quiere evitar que Jesús baje a Jerusalén y sufra. Por un lado los líderes están abiertamente contra Jesús, y por otro, la muchedumbre y sus discípulos no lo entienden.

Ser discípulo de Jesús es ser modelo. Jesús no quiere que los modelos sean como los líderes que el expone: los acianos, los sumos sacerdotes y los escribas. Sobre todo, cuando éstos líderes ponen cargas pesadas sobre los hombros de los pobres. Ser discípulo de Jesús no es fácil. Ser discípulo significa aceptar el sufrimiento como costo por ponerse del lado de las personas débiles, explotadas, utilizadas, desechadas de los sistemas políticos y religiosos.

Ser discípulo conlleva autosacrificio y no tener miedo de enfrentar el mismo destino de Jesús quien murió en la cruz. Además, aunque vivimos en la esperanza de la resurrección, como discípulos no debemos tener la expectativa de adquirir derechos ante Dios quien ¨dará a cada quien lo que merecen sus obras¨.  El discípulo sirve por la alegría de servir al Señor y a la comunidad.

El discípulo siente ardor en el corazón (Jer. 20, 9) un ardor que devora y le hace gritar violencia y destrucción. El Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales 2017 nos pide ¨romper el círculo vicioso de la angustia y frenar la espiral del miedo, fruto de centrarse en las malas noticias (guerras, terrorismo, escándalos y cualquier tipo de frustración en el acontecer humano) ¨. Pero también nos dice que ¨no se trata de favorecer una desinformación en la que se ignore el drama del sufrimiento, ni de caer en un optimismo ingenuo¨.

Con la finalidad de comunicar esperanza y confianza en nuestro tiempo, y también de hacer un llamado a la conciencia de los líderes políticos y religiosos de nuestro tiempo sobre el drama inhumano de miles de migrantes y refugiados en nuestra región, cuestionamos las estructuras del poder que lleva a tantos niños, hombres y mujeres jóvenes a huir de realidades hostiles, enfrentando un sinfín de violaciones a sus derechos fundamentales.

Como discípulos de Cristo, sintamos la llama ardiente en el corazón para señalar sin miedo las tácticas de quienes ostentan el poder para deshumanizar y degradar a las personas migrantes y refugiadas.   Con nuestro silencio nos hacemos cómplices de las injusticias. Como discípulos de Cristo estamos llamados a cuestionar, denunciar proféticamente con esperanza y confianza las injusticias y acciones de algunos de los líderes políticos y religiosos de nuestro mundo.

No vayamos con ese miedo infundado de ser tachados como miembros de alguna ideología izquierdista cuando predicamos el evangelio de Jesús, cuando decimos la palabra ¨pobres¨, cuando predicamos con esperanza y pedimos justicia para las personas migrantes y refugiadas. No tengamos miedo de cuestionar las ideas, percepciones, creencias, costumbres, acciones que vayan en detrimento de una verdadera humanización y dignificación de las personas migrantes y refugiadas.

No queremos sumos sacerdotes, ni escribas, ni fariseos empedernidos e insensibles a la escucha de la voz de las personas migrantes y refugiadas.  Como discípulos de Cristo, nuestro maestro y modelo, anunciamos con esperanza y confianza; y también profetizamos contra las estructuras y personas opresoras que con sus injusticias engañan, empobrecen, violentan y matan.

Que nos sentemos alrededor de la mesa, para partir y compartir el pan. Que el maná nos alimente en cada éxodo y en cada desierto, que nos de fuerza para caminar con dignidad a pesar de las acciones de los faraones que esclavizan.